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Channel: el bebedor de la noche
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DOS APUNTES DE ESTOS DÍAS

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I.


                                                                         Del alba en la marea, por la costa bravía,

                                                                         oí unas voces hondas de melancolía.

                                                                                                    José María Eguren




   En la entrada anterior comenté dos cosas: mis largas y relajantes caminatas por el malecón de Barranco y cómo había quedado en el recuerdo el mes de agosto como el mes de las cometas. Las caminatas han continuado. En tanto conversamos y nuestros ojos por momentos se abandonan a la amplitud del paisaje marino, aprovecho y tomo fotos, muchas fotos (¿qué rancho barranquino estaré viendo por última vez?).









   Se van acumulando en la cámara fotográfica innumerables testimonios de un Barranco que de manera acelerada va transformando su perfil arquitectónico:imágenes de calles (encantadora calle Doméyer), casonas (viejos ranchos de adobe, madera, quincha y yeso), árboles (eternos ficus de sombras acogedoras), los cada vez más numerosos modernos edificios, el cielo perlado (“panza de burro”, decía Sebastián Salazar Bondy), el mar misterioso cuyos límites se diluyen entre la bruma...









   Ya en casa, veo las fotos en la pantalla de la computadora, muchas de ellas (no solo del mar) con imágenes de contornos difuminados por la neblina, fantasmales. En efecto, las imágenes invernalescapturadas por mi cámara memuestra paisajes inquietantes, pareciera escapados de los poemas de José María Eguren, quien supo ver esta geografía no solo con los ojos. La neblina aposentada en las calles, parques y plazuelas tornanaeste pequeño territorio junto al maren territorio propicio para las sospechas.









   En una de mis últimas caminatas,mis ojos se posaron en el larguísimo muro bajo que separa a la vereda de los jardines que van hacia el acantilado. Un viejo e interminable muro de piedra, en algunos sectores carcomido por la erosión. Lo primero que pienso es en comolas piedras de este muro han sido testigos departe de mi infancia, de mi adolescencia… y ahora de mi madurez. No mientoni exagero.










   Algunas de las experiencias que marcaron mi vidaocurrieron en el malecón de Barranco: mi asombro de niño al ver por primera vez el mar, las salidas nocturnas con mis amigos de adolescencia para escapar un poco del control de nuestros padres, las confidencias esperanzadas o angustiantes por los primeros amores…, ahora último, ya en el otoño de mi vida, estas caminatas inolvidables salpicadas de entrañables conversaciones junto a Rita. Y ese muro perimetral siempre como testigo.











II.



                                                                Sube, sube / la cometa / por la lírica nube…

                                                                                              José María Eguren




  Agosto ha concluido hace muy poco. Setiembre ha iniciado con algunos días luminosos, anuncio de la primavera que se avecina. Elmes de los vientos concluyó, así era llamado agosto en el pasado, justamente por la presencia de esos vientos era temporada de cometas, hoy lamentablemente ausentes. Viejos tiempos donde los niños se divertían con muy poco, pienso en la canga hecha conun humilde palo de escoba, el teléfono elaborado con latas de leche y una cuerda, las cometas de carrizo o de sacuaras que alegrabanel cielo gris de Lima, juguetes todos ellos fabricados por las mismas manos de los niños o jóvenes.






   Las cometas… las comprabas o las fabricabas. Fabricar cometas entonces, no solo era contar con un juguete que te aseguraba horas de diversión, también podía prodigar algunos ingresos para ayudar en casa con algunos gastos. Los muchachos de esos años solíanrealizararduas expediciones a los cañaverales de Surco o a los pantanos de Chorrillos: era necesariocontarcon el carrizo ola sacuara, materiales primordialespara el esqueletode las cometas. Obtenidos alguno de estosdos elementos, con pabilo, papel de cometa y el engrudo (una cola artesanal elaborada con harina y agua) se fabricaban con esmero y mucha imaginación los coloridos barriles, pavas, estrellas, aviones…, hablo de los modelos más comunes de las cometas.






   Un recuerdo especial. Quien no contaba con esos materiales para fabricar cometas o porque simplemente no sabía hacerlas, se fabricaba una cometa sin armazón: con una sencilla hoja de cuaderno e hilo de coser se contaba con el humilde “cambucho”.






   Algunos jóvenes se especializaron de tal manera en la fabricación de las ligeras cometas, que las hacían en serie con una rapidez, perfección y creatividad asombrosas. Fabricadas en cantidad,las vendían para la diversión de los hijos de susvecinos olas llevaban a los mercados y algunos comerciantes de juguetes se las compraban en cantidad (los jóvenes fabricantes, obviamente regresaban a sus casas con pingües ganancias).






   La fama de estos chicos llegaba hastalugares alejados de sus casas, no era raro ver algunosautomóvileslujososestacionados en las puertas de sus humildes casas: miraflorinos o sanisidrinos acudían para comprar lo que sus manos no podían hacer. Horas después, esas cometas alegraban el cielo de esos distritos.






   Quienes vivimos esas épocas, ¿acaso podríamos olvidar las competencias en el vuelo de las cometas? Se competía por ver quién volabamás alto su cometa o por ver quién triunfaba en las peleas de cometas en “las ciegas alturas”, como decía Eguren. Otra imagen inolvidable: la de las cometas que nunca se pudieron recuperar y quedaban enredadasen los cables de luz o en los postes. Ahí quedaban durante meses envejeciendo, lentamente,deteriorándose de a pocos hasta desaparecer, hasta volverse nada…








   Continuará…




                                            Morada de Barranco, 9 de setiembre de 2022.






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